miércoles, 23 de noviembre de 2011

La manzana envenenada

Se consumaron las encuestas. Era la crónica de una muerte anunciada, más bien de un suicidio. La crisis y los mercados tumban otro gobierno europeo. En este caso, el nuestro. Su negación de la evidencia en primer termino y el tsunami posterior de una crisis virulenta y cambiante le ha pasado factura al socialismo gobernante. Socialismo que se escondía detrás de unas siglas históricas para actuar con políticas más cercanas a la derecha en cuanto a economía y con actuaciones de galería respecto a las políticas sociales.

En tiempos en los que necesitamos gobernantes férreos y fuertes, de intensa carga política y social, con visión de futuro y no arrendados a poderes fácticos ocultos o con aprecios manifiestos a la permanencia en la poltrona a cualquier precio, hemos carecido de un gobierno ágil y competente y de una oposición  coherente y con la altura política necesaria en las grandes ocasiones. Se ha demostrado que todo vale para dejar caer un gobierno, le cueste al país lo que le cueste. Y también hemos disfrutado del patético espectáculo de ver como algunos se aferran a su trono a costa del bienestar de sus administrados y la estabilidad del Estado.

Y el pueblo, soberano y mucho más inteligente que estos políticos que nos han tocado en el sorteo piensan, han dictado su laudo con claridad. No ha dejado duda de su voluntad, y no solo en lo que a grandes mayorías se refiere. Debemos hacer todos una reflexión profunda sobre los resultados de estas elecciones. Empezando por los perdedores y terminando por los poseedores del nuevo rodillo azul.


El Partido Socialista debería, en principio, hacer una gran y pausada reflexión sobre sus siglas, su vigencia y sobre la realidad de la misma en su ideario actual y en su hoja de ruta presente y futura. Cuando alguien se desploma de este modo no debe salir corriendo, como con vergüenza. Debe levantarse, revisar las posibles heridas limpiarse la pertrecha indumentaria y tomar medidas respecto a las causas del accidente. Desde luego este proceso no tiene nada que ver con, me han empujado, había un bache y me doblé el tobillo, el mundo se conjura contra mí y me ha apagado la luz y ha tirado de la alfombra. Hay que tener la suficiente humildad y decencia para analizar el fracaso, extraer los errores propios y sus consecuencias, mejorar los medios para subsanarlos y abandonar la senda, cediendo el testigo a nuevos corredores, si somos incapaces de afrontar los retos del futuro. La incapacidad manifiesta de gestionar y de aunar esperanzas y voluntades debe pesar más que las familias políticas y el ansia de poder manifiesta en este banquete de lobos hambrientos, que son capaces de dejar despeñar a la manada por seguir liderandola y no ceder la silla. ¿¿Dónde está la búsqueda del bien común, la igualdad, y otras grandes guias de su ideología??

El partido vencedor deberá enfriar la euforia y gestionar con prudencia y cautela la confianza depositada. Viendo experiencias anteriores de la misma formación, me provoca serias dudas la capacidad de aunar esfuerzos sin imponer criterios, contrarios a una mayoría social, que no parlamentaria. La mayoría absoluta no justifica la regresión en las conquistas sociales alcanzadas por nuestra sociedad, que nos sitúan a la cabeza en criterios de igualdad en nuestro entorno.

La adopción de las medidas oportunas para superar la crisis deberá tener en cuenta el equlibrio en el esfuerzo entre los más desfavorecidos y los grandes potentados. El equilibrio presupuestario debe mantenerse lejos de los despilfarros en fastos innecesarios a los que nos tiene tan acostumbrados la derecha española y cerca del bienestar social alcanzado en las últimas décadas. No debemos volver a caer en modelos de falso crecimiento que nos sumerjan de nuevo en paraíso irreales de bonanza y despilfarro consentido. Control del gasto y de la recaudación antes que recortes de servicios. Apoyo al crecimiento del tejido empresarial alejandose de la especulación y el pelotazo. Menos pan y toros y más futuro.

Otro de los toros más complicados por el futuro gobierno es el de la nueva realidad surgida de las urnas. Nuevos partidos políticos que buscan intereses no sujetos a la realidad mayoritaria, pero que se han convertido en altavoz de la voz popular, a pesar de la Ley D'hont. Afrontar una reforma electoral es una petición que crece como la marea en nuestra sociedad y el planteamiento de un ciudadano, un voto coge fuerza en las calles y los foros de opinión. La nueva realidad vasca y los resultados electorales en Euskadi deberán tenerse muy en cuenta a la hora de tomar decisiones en los últimos tramos de este problema que ha asolado la libertad en España en los últimos 50 años. Generosidad y voluntad por las dos partes son cualidades exigibles a estos representantes del pueblo que han surgido de la última cita con las urnas, la primera sin amenaza terrorista.

Vista esta situación, todavía no entiendo porque botaban en el balcón de Génova. Conociendo su pasado y sus huestes, no envidio a quien tenga que morder la manzana envenenada de esta victoria.

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