martes, 4 de octubre de 2011

Añoro a Robin Hood

Cada mañana me despierto con las noticias de la radio. Una rutina que me conecta al mundo. Un mundo que cada vez me supone más desasosiego. No solamente por los dolores que genera la edad, el cansancio que genera la actividad a la que nos somete este vertiginoso carrusel o la falta de credibilidad que producen las promesas incumplidas, las previsiones erróneas o los acuerdos no satisfechos.

Desde un tiempo a esta parte hay un tema que enciende mi sangre y que ha terminado siendo culpable del nacimiento de este blog. Esta ventana pretende ser políticamente incorrecta, mordaz en sus letras, ácida en las formas y con cargas de profundidad en el fondo. Un foro de reflexión sobre todo aquello que nos rodea en lo político, social y laboral. Un grito de atención sobre este mundo discutible que nos ha sumido en la constante tristeza, sin discusión alguna ni posible.

¿Y se preguntarán cuál es el tema que ha encendido la mecha? ¿Quién ha abierto la caja de Pandora? ¿Cuando se desató la rabia soterrada?

No es otro que el desparpajo de los directivos de las cajas de ahorros intervenidas por el FROP. Indemnizaciones millonarias por hundir entidades bancarias, creadas para facilitar el crédito y el ahorro a las familias y los pequeños empresarios. Se van, despues de destrozarlas y arruinarlas, aprobándose indecentes pensiones vitalícias y despidos más propios de las estrellas del fútbol que de oscuros cajeros de sucursal bancaria.


No pongo en duda la legalidad de los contratos y de las indemnizaciones pero sí la ética de las mismas, el mérito alcanzado por sus beneficiarios y la cantidad de decencia que pueden albergar en sus bolsillos, si los billetes les dejan espacio para esconderla.

Tambien pongo en duda la vergüenza torera de aquella que se atreve a reclamar judicialmente la adecuación de su renta vitalicia, indecente en la cuantía y en el concepto por el cuál se percibe. Hay que ser muy descarado para no esconderte en tu jaula de oro, seguramente obtenida en oscuras maniobras financieras, y salir a reclamar tu indecencia como derecho adquirido. Podría reflexionar delante de ese espejo, que sin duda no utiliza para mirarse cara a cara ni arreglarse acorde con sus ingresos, su labor al frente de la entidad y aplicarse los baremos que aplica a aquellos que no cumplen con las cuotas de su hipoteca, o con sus préstamos. Esos a los que se desáhucia sin pena ni dolor, mientras las instituciones miran para otro lado para no ver el problema. Como si así dejara de existir.

Claro está que estas están comandadas por los políticos. Esos que eligen a los miembros de los consejos de las cajas como cuotas de control del poder y garantia de financiación de sus desmanes. Los mismos que evidentemente no tienen ningún pudor en meter las manos en oscuros cajones y maletines. Esos que se parten la boca reprochando al contrario lo poco que se preocupa del futurible votante. Los mismos que miran a otro lado cuando desahucian al obrero en paro e indemnizan al banquero-bancario inepto y en ocasiones corrupto.

Y mientras tanto tengo que soportar la cara, más dura que bonita, de una directora general incapaz e inmoral que se atreve a pedir justicia. Yo de ella no la pediría en voz muy alta, no vaya a ser que le caiga el piano de Nesspreso. Como añoro a Robin Hood que robaba a los de las cajas para darselo a los de los desahucios. ¿O habré cambiado el cuento?

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