jueves, 6 de octubre de 2011

La tijera ciega

Los recortes presupuestarios en las distintas administraciones, a pocas fechas de unas elecciones generales, son campo de batalla entre las distintas formaciones políticas. Son la salsa en todas las tertulias políticas y el grito de guerra de los colectivos sociales y profesionales ante la perdida de derechos, debido a dichos ajustes. Son, sin duda, el centro del huracán.

En estos tiempos de crisis, de colapso de nuestro modelo, todo son pulgas para este perro flaco. La falta de previsión, los desmanes y corruptelas, la permisividad a todo tipo de conductas especulativas y la carencia de proyecto coherente y firme han llevado a esta pandilla de supuestos políticos y gobernantes a hacer naufragar nuestro pertrecho barco. Evidentemente, la altura, preparación y calidad de nuestros representantes en las instituciones ha quedado en entredicho, por ser benévolo. Son responsables, sin ningún lugar a duda, de todo lo que se nos viene encima. Lo han permitido todo mientras miraban a otro lado. No han tenido capacidad de reacción ni cintura ante los primeros indicios. Y para más INRI, han aplicado ese famoso lema de Trinca la pasta y corre. Sin ningún tipo de responsabilidad civil ni penal. Ahora roba tu un pollo y corre si puedes hasta la esquina.

Desde el sector privado y la banca se ha actuado con ausencia de ética e impunidad. Amparados por la ley y las instituciones, eso sí. Nada se les puede reprochar, excepto la carencia de escrúpulos y su dudosa calidad moral. No todo vale y menos por dinero. Claro que han mantenido los proyectos faraónicos de nuestros políticos y están detrás, al parecer, del mantenimiento de esas estructuras oscuras y económicamente inviables que son los partidos. Todo esto supuestamente. La famosa presunción que no todo el mundo disfruta por igual en este país.

Y ahora ahogados en una crisis coyuntural, global y aparentemente eterna buscamos salidas y flotadores para no sucumbir. Los culpables de la misma, por lo menos por inacción e incapacidad manifiesta de gestión de la situación, nos piden esfuerzos y nuevas apreturas. Millones de parados sin esperanza, millones de indignados sin respuestas, millones de personas sin esperanza. Y llegan los recortes.

Empezaron con los sueldos de los funcionarios. Una decisión discutida y de dudosa efectividad cuando no va acompañe de otras medidas. No discuto que la estructura funcionarían está sobredimensionada, mal gestionada y no cumple los mínimos criterios d eficaci que se deberían exigir. Su garantía de perpetuidad en el puesto debería ser motivo suficiente para justificar la congelación y recortes en sus sueldos en una situación como esta, siempre y cuando se hubieran aplicado otras medidas a la par que nos igualaran a todos, los de arriba y los de abajo.

Desde mi punto de vista, más que recortes sería más eficiente hacerlos trabajar bajo criterios de eficacia y sostenibilidad. No solapar administraciones y dotar a las mismas de equipos técnicos capaces de gestionar de una manera ágil y productiva. La administración se debe a sus administrados, que son quienes pagan aunque a algunos mamarrachos se les olvide y se crean los reyes del mambo por tener cargo y despacho.

Otro punto indispensable es la desaparición de instituciones obsoletas, la creación de áreas metropolitanas y mancomunidades con la desaparición de entidades locales diminutas e imposibles de gestionar por inexistencia de recursos. Desaparición de las diputaciones provinciales. Reducción de asesores y colocados a dedo por los políticos de turno. No hay ninguna necesidad de poblar las instituciones de comisarios políticos. Utilizamos los técnicos de nuestra administración y los políticos que trabajen más horas en los despachos y menos en los coches y en los reservados de ls restaurantes.

Puestos a hacer recortes, no estaría mal comenzar por las dietas, gastos de representacion y la duplicidad de sueldos de los políticos en instituciones y consejos de administración de empresas mixtas y similares. Incompatibilidad de cargos públicos, mpidiendo la concentración de los mismos. Si se es alcalde no se es diputado, o por lo menos no se cobra por las dos cosas. Si queremos unas instituciones eficientes sus gestores tienen que tener dedicacion exclusiva. La desaparición de los fastos representativos, de los regalos institucionales y de los vehículos de asignación personal. Estaría bien rentabilizar los espacios públicos dedicados a la representación mediante formulas de financiación externa. Verdadero desarrollo de políticas de transporte público y desaparición de parques móviles inservibles y de caro mantenimiento.

La creación de verdaderos gabinetes de comunicación en las instituciones que gestionaran la imagen, los eventos y la presencia de las mismas en los foros pertinentes. Desaparecerían intermediarios innecesarios, Gurteles y compañía. Control absoluto sobre la contratación pública y auditorias externas del gasto. Posibilidad de exigir responsabilidades concretas sobre la deficiente gestión y los posibles delitos cometidos. La desaparición de los cargos de carácter político en empresas mixtas, cajas de ahorros y patronatos gestores de patrimonio o parcelas concretas de desarrollo. Una administración ágil, tecnificada, de bajo perfil político en la gestión diaria y con criterios de rentabilidad y optimizaron de recursos.

La aplicación de criterios de este tipo podrían generar los recursos necesarios para garantizar las prestaciones sociales básicas y conquistadas en ls anos de esta joven democracia. Educación, sanidad y pensiones deberían de estar garantizadas por todos los gobernantes al margen de su color político.

La reforma del sistema y de la administración en perjuicio de los políticos y en beneficio de los administrados es una reivindicación licita y necesaria en estos tiempos que corren. Así como el control sobre determinadas actividades privadas que puedan poner en peligro la estabilidad económica y social del país. Bancos y grandes empresas con fuerte actividad en el campo de la especulación se encuentran en este punto de mira.

No cabe duda que en estos tiempos de nada sirve una tijera ciega sin un sastre hábil y preparado. Y ahí esta nuestra parte de responsabilidad. Elegir el sastre adecuado. Misión imposible en este catálogo de incapaces con muñones y cortos de visión y carencia de vergüenza y ética.

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